Mi nombre es María Vicenta
Gómez Llorente, en mi casa me dicen Vicenta y mis amigos me llaman Vice,
actualmente tengo 20 años. Nací el 8 de marzo de 1993, en Viña del Mar pero
puedo decir que me crie en varias regiones de nuestro país, por el trabajo de
mi papá.
Mi papá trabajaba en la
Armada, es por eso que siempre nos cambiábamos de casa. Y por eso es que hice muchos amigos en varios lugares. Mi mamá estudió gastronomía, pero nunca trabajó
porque se dedicó a cuidarnos ya que somos cinco hermanos, y yo soy la más
grande. Físicamente somos muy parecidos
unos con otros, pero cada uno tiene su propia personalidad y carácter distinto
al otro.
Les voy a contar donde he
vivido durante mi vida. Los primeros años de mi vida fueron en Viña del Mar, hasta
el año 1994. Luego nos transbordaron a Talcahuano, donde nació mi primer
hermano, mi madre me contaba que cuidaba y jugaba mucho con él, lo que más le
hacía, era cariño. Después de un año y un poquito más, nació mi segunda hermana
Cristina, ya éramos tres hermanos.
Nos mudamos nuevamente a
Viña del Mar donde vivimos dos años, y desde esos años es donde tengo algunos
recuerdos de mi infancia. Donde lo único que hacía era jugar, pintar, ir a la playa e ir a ver a mis abuelos. Siendo ese mi lugar
favorito, “la casa de los abuelos”, donde me regaloneaban infinitamente ya que
era la mayor de todos mis primos. Ahí me sentía como una princesita.
El primer colegio al que
fui, fue el colegio “Arturo Pratt Chacón , y en el primer día de clases mis
abuelos viajaron para irme a dejar al colegio. Me acuerdo que lo único que
hacían era sacarme fotos. Pero solo fue un año que vivimos en este lugar y nos
fuimos a otro, que no quedaba tan lejos de ahí. Partimos a la Isla Quiriquina,
que quedaba a cuarenta y cinco minutos de Talcahuano, en transbordador. En este
lugar vivimos dos años, siendo estos los mejores de toda mi infancia, viví
cosas que los niños de hoy en día no hacen, como jugar en un bosque imaginando ser
exploradores, descubrir cosas o hacer casitas clubs donde solo podían entrar mi
grupo de amigos, andar todo el día en bicicleta, entre otras muchas cosas que
hoy, son reemplazadas por un computador. Ya más grande volví a Talcahuano y me
reencontré con mis antiguas compañeros de curso, y al igual que muchos niños
más, era la nueva del curso, pero yo tenía una ventaja, mis amigas de primero
básico volvieron a ser nuevamente mis amigas hasta quinto básico, en estos años
lo único que hacía era bailar y jugar con mis amigas, y también jugábamos en el
“bosque” del colegio donde nos escondíamos y era lo más entretenido. Luego de un tiempo, que fueron dos años, a mi
papá nuevamente lo mandaron a otro lugar. A la Capital, yo me quería morir, mis
amigas me hicieron despedidas y juramos que siempre íbamos a ser amigas.
Cuando llegue a Santiago
era todo muy diferente, mis nuevas
compañeras las encontraban agrandadas y desagradables, y yo que llegue como una
niña en comparación a todas ellas que
eran casi mujeres en cuerpos de niñas chicas de sexto básico. Al principio me
costó acostumbrarme a esta nueva vida, pero poco a poco me fui adaptando al
ritmo de la capital. Me fui haciendo amiga de mis compañeras de curso, hasta
que las conocí bien y llegamos a hacer muy amigas, y además lo pasábamos muy
bien juntas. Pero el tiempo en este lugar fue extremadamente corto, ese mismo
año nos fuimos al norte, a la ciudad de Iquique.
Cada vez me iba costando
más separarme de mis amigas, porque pensaba que si seguía cambiándome de lugar,
al final no me iba a quedar con amigas. A pesar de la distancia, seguíamos
hablando, y para hablar más seguido me
tuve que hacer un correo electrónico, para poder comunicarme con ellas. La vida
en Iquique fue muy relajada, íbamos casi todos los días a la playa y jugaba con
los otros niños que vivían en la población naval y que también iban en mí mismo
colegio. Un día común y corriente, yo estaba en reposo por un gran golpe que
tuve en mi cabeza por causa de una caída en bicicleta, quedando con un tec
cerrado, por lo cual estuve un día hospitalizada en la clínica de la ciudad, justo
unas horas después de que me hayan dado de alta, me fui a mi casa a hacer
“reposo” pero viví la experiencia más traumática de mi vida, mi primer terremoto. Yo sentía que iba a morir
aplastada por mi casa y lo único que hacía era abrazar a mi mamá, cuando
salimos de la casa, estaba todo lleno de polvo no se podía ver nada, y como fue
tan fuerte fuimos al cerro más cercano en auto, esperamos un rato y luego
bajamos a la casa. Estaba todo desordenado, tirado en el piso, todo roto. Mis
familiares de otros lugares nos llamaban a los celulares pero las líneas
estaban colapsadas. Estuvimos si agua y electricidad unos días, hasta que poco
a poco empezamos a vivir como si no hubiera pasado nada. Después de un tiempo,
mi papá dejo de trabajar ese año. Y llegamos nuevamente a Santiago en el año 2006,
y yo era la más feliz porque iba a volver con mis amigas. Llegue y era todo
perfecto, volvía a la vida que había dejado en sexto básico, pero ya no era una
niña, sino que ya estaba en octavo básico. Al año siguiente nació Fernanda, mi
hermana más chica, su llegada fue extraña ya que la diferencia de edad era de
catorce años, nadie quería compartir pieza con ella y odiábamos que llorara
tanto, pero fue pasando el tiempo y empezó a hacer la favorita de todos, hasta
el día de hoy.
Aunque era nuestro tercer
año en Santiago mis papás no se acostumbraban a la vida en la capital, entonces
decidieron ir a vivir definitivamente a Viña del Mar. Para mí, fue la peor
decisión que hayan tomado, los lazos con mis amigas eran ya muy grandes y no
las quería dejar por nada. Cuando les conté a mis amigas fue terrible, pero me
consolaban diciendo que eran solo dos horas de viaje y que iba a vivir cerca de
la playa.
Ya era el año 2008, primer
día de clases, nuevamente era la niña nueva del curso. Pero tuve suerte, un ex
compañero también se cambiaba a mí mismo colegio y curso; por primera vez no
llagaba sola. Aunque al principio no estaba muy contenta con el nuevo cambio,
poco a poco me fui acostumbrando a esta vida que cada día me gustaba más. Me
encantaba Viña del Mar, después de vivir en diferentes ciudades me di cuenta
que esta era la que más me gustaba en todos los aspectos.
En el año 2010, era mi
último año del colegio, por fin éramos “cuartinos”, ese año también paso un
acontecimiento que marcó mucho a nuestro país, el segundo terremoto de mi vida,
aunque a mi familia no nos afectó tanto, habían cientos de familias que fueron
afectadas por este sismo, pero después de un tiempo el país se fue levantando
poco a poco. Pero fue igual de traumático que el primero.
Hasta ahora llevo seis años
en la misma ciudad, y ya estoy estudiando una carrera, que me gusta mucho y es
en lo que me veo el resto de mi vida.
Estudio Educación General
Básica, es una carrera perfecta para mí porque acá hago lo que realmente me
gusta y puedo sacar lo mejor de mí. Creo que es una gran responsabilidad lo que
está en mis manos, y cuando pensaba en qué estudiar al salir del colegio,
pensaba y decía que tenía que ser algo que fuera una gran entrega, algo que me
llenara de alegría. Algo en el que los resultados se pudieran ver reflejados en
otra persona, en este caso reflejado en los niños. Y es así como ya estoy en
tercer año, quedándome el término de este y el próximo que sería el cuarto año.
Estoy ansiosa por salir y hacer lo que realmente me gusta, educar.